Así Soy: mis amores imposibles
jueves, enero 30, 2014
Hace poco más de un mes publicaba un Post en el que hablaba del 24º aniversario de Elena y yo. Es decir, a finales de este 2014 será… ¡nuestro 25º aniversario! Y tendremos «sólo» 42 años…
El caso es que recibí varios mensajes por Twitter y en el mail de algunos fans de mis libros o del Blog que me preguntaban si Elena había sido el único amor de mi vida (algo que también me han preguntado en algunas entrevista para radios y revistas). La respuesta no puede ser más sencilla: Elena es el amor de mi vida, pero no el único que ha habido, lógicamente.
También he comentado alguna vez que recibo mails, llamadas y DM pidiéndome que siga con los Post de Así Soy, el primero de los cuales es ya el Post más visitado en toda la historia del Blog. Me imagino que a todos nos encanta escudriñar en la vida de los demás, y ese otro es un poco exhibicionista (como en general lo somos los escritores, y en particular especialmente los escritores con Blog) pues mejor que mejor.
De modo que como si de un culebrón venezolano se tratase paso a detallar brevemente la lista de esas cinco chicas maravillosas que por un motivo u otro fueron mis amores imposibles:
Ester López: mi primer amor. Creo ya he hablado de ella. A los ocho años me colé por ella como un pardillo. Ha sido a la única chica que le he pedido que se case conmigo, y me respondió con un bofetón que todavía me escuece. Pero todo se compensó al poco tiempo cuando me confesó que yo también le gustaba a ella y me regaló un precioso beso. Luego nos cambiaron de colegio y al cabo del tiempo nos volvimos a juntar. Yo volví a colarme por ella, pera mi hermana mayor, haciendo labores de espía, me dijo que no había nada que hacer, y que para Ester yo ya era agua pasada. En fin…
Rosa Cesteros: cuando me separé de Ester y me cambiaron de colegio caí rápidamente prendado de una chiquilla monísima. Pero había un problema: uno de mis mejores amigos ya le había echado el ojo antes, de modo que debía guardar el debido silencio y callarme. Años después nuestras vidas se cruzaron nuevamente, y por casualidad nos veíamos casi todos los fines de semana. Hasta una noche la acompañé hasta su casa y me flaquearon las fuerzas para pedirle salir. Pasado el tiempo Rosa me confesó que yo había sido un idiota (y ella probablemente lo mismo que yo), porque tanto de chiquillos como luego más tarde también había estado enamorada de mí. Este es mi amor imposible más trágico y triste…
Celia Montalbán: esto fue una cosa muy extraña. Celia, y su hermano, eran como mis hermanos. La situación dio un vuelco cuando a mis diez años (seis de Celia) mi madre me hizo llegar una maravillosa carta de amor escrita por ella. La miré con otros ojos, pero… ¡nos llevábamos cuatro años! A esa corta edad era un disparate, ¡yo había vivido casi el doble que ella! Luego mi madre sostuvo el tema durante bastante tiempo, pensando en que Celia era la mujer ideal para mí (cosa de la que casi llegó a convencerme). Pero mi madre no sabía que Celia y yo nos parecíamos en bastantes cosas, y que eso nos llevaba a pelearnos con demasiada frecuencia. Un horror. Además, cada vez que Celia tomaba un camino que a mí no me gustaba se me llevaban los vientos y dejaba de hablarle. Luego mi madre conoció a Elena y supo que yo había acertado de pleno.
Yolanda Conesa: mi amor imposible más ridículo. Tanto que llegué a estar saliendo con ella durante un mes en secreto mientras ellas salia con otro chico. Madre mía… Yolanda tenía una personalidad arrolladora, y a mí con 16 años eso me arrebató. No sabía ni lo que hacía. Por fin una noche le dije que tenía que elegir entre sus dos novios. Mal ultimátum: eligió al otro. Al año me cobré mi venganza: ya estaba saliendo con Elena y entonces ella comenzó a escribirme cartas desesperadas pidiéndome que volviese. No lo hice. Ya me había enamorado como un loco por Elena.
Laura Gutiérrez: el más extraño. En una crisis con Elena, que nos distanció durante un tiempo, yo busqué como un poseso a alguien que la sustituyese en mi mente. Y ahí encontré a una chica muy mona e inteligente, que había sido novia de un amigo (pero que ya no lo era). Salimos juntos durante unos meses. Laura era encantadora, de lo mejor. Pero no logró sacarme a Elena de la cabeza (o mejor dicho, yo no conseguí quitármela de la cabeza), de modo que un día decidí cortar, porque era lo más honesto. Al poco regresaba con Elena, algo de lo que jamás me he arrepentido. Pero sí del daño que pude hacerle a Laura, porque se merecía lo mejor. Para mi tranquilidad, me consta que ahora lo tiene.
Y eso es todo amigos. Ya os he abierto mi corazón. Me imagino que todos tenemos nuestras historias, y que si me habéis insistido algunos en que cuente las mías es porque de alguna manera os veréis reflejados en ellas. Seguro que sí. A fin de cuentas, la mayoría de los seremos humanos somos muy parecidos.