Blue Velvet
lunes, enero 19, 2009
Cuando fui a ver esta película, con apenas 14 años, recuerdo haberme quedado clavado en la butaca durante cinco minutos, con la boca abierta, mientras los créditos finales se iban disipando, mientras el cine se vaciaba… sabía que mi vida interior, la verdaderamente importante, ya había cambiado para siempre.
Blue Velvet (Terciopelo Azul) nos muestra, de una manera descarnada, el lado más oscuro de la vida, la parte más tenebrosa de nosotros mismos. Y lo hace, irónicamente, con una belleza inusitada. La colección de imágenes imborrables que este film deja impregnadas en la retina es casi infinita, y se suceden de tal manera y a tal velocidad que uno no llega a comprender en qué demonio de borrachera creativa se vio sumergido David Lynch cuando rodó esta Obra Maestra.
Todo parece angelical y sencillo. Todo concluye de una manera angelical y sencilla. Pero la vida real subyace tras la aparente tranquilidad. No contaré más.
Una película que no hay que perderse. Una terrible maravilla.