Camino
sábado, octubre 18, 2008
Ayer fui a ver en familia la controvertida película de Javier Fresser Camino, basada (tangencialmente) en la vida de Alexia González Barros, niña que falleció en 1995 y actualmente en proceso de beatificación.
Siendo sincero, casi me arrepiento de haber llevado a mi hija (11 años), porque pasó un mal rato y lloró lo indecible (a mí también se me escaparon algunas lágrimas).
El film de Fresser es polémico porque aunque se basa en la vida de una persona real (a la que, por otro lado, está dedicada la película), modifica sustancialmente su existencia y también ha contrariado a la familia.
Otro punto de polémica es el tratamiento que se da al Opus Dei. La verdad es que seguramente hay algo de cierto, pero Fresser se pasa cuatro pueblos. Yo he estudiado en un centro vinculado al Opus, el IESE – Universidad de Navarra, y exceptuando que me regalaron un librito verde titulado igual que la película y que a mediodía almorzaba con un cura de «la obra» no sentí presión alguna. Tengo varios amigos que son del Opus, yo lo sé, al igual que ellos saben que yo soy ateo, que vivo en pareja sin estar casado y que mi hija sigue sin bautizar (a pesar de ir a un colegio religioso. De momento, ella cree en un dios cristiano y yo lo respeto. Tiempo tendremos más adelante de profundizar en el tema), y no pasa absolutamente nada.
Volviendo a la película, creo que Fresser habría podido realizar un filme excepcional: buena dirección, correcta fotografía, digno guion, excelentes interpretaciones… Pero se pasa de frenada en al menos tres aspectos: metraje excesivo (le sobran entre 30 y 40 minutos), episodios oníricos muy particulares y desdibujados y personajes extremos que restan credibilidad a la película (los «malos» son muy malos y los «buenos» lo son sin ambages).
Pese a todo, recomiendo verla y reflexionar acerca de lo que plantea. Y también recomiendo llevar un buen puñado de Kleenex, porque salvo insensibles nadie podrá evitar echar algunas lagrimitas.