Nochebuena
jueves, diciembre 25, 2008
Todas la nochebuenas son parecidas: nervios, buena comida, algo de tele, regalos y música. Salvo las dos últimas cosas, el resto es casi un calco año tras año. Anoche volví a desmelenarme un poco, como siempre que hay fiesta.
Creo haberlo reconocido ya en algún otro post: me encanta bailar. Ya siendo adolescente formaba corros en las discotecas mientras daba brincos (debo decir que mi buen amigo Peter ayudaba con sus contoneos), pero es que a día de hoy, con 36 añitos, y aunque con escasa frecuencia, sigo liándola en algunas discotecas de Madrid o Barcelona (sobre todo allí: en mis queridas Bikini o Pacha).
Pues ayer no iba a ser menos. Hoy tengo la garganta rota y el estómago medio loco, pero mereció la pena. Brinqué como un loco con Human y Viva la vida, aunque debo admitir que The Killers o Coldplay apenas le dieron un toque de distinción y glamour a la noche. Bailar, lo que se dice bailar, exigió que los repetitivos acordes de Pray o Rise Up sonasen una y otra vez. Finalmente sucumbí, y mi cuerpo arrastrado por la tiranía de las reinas de la pista Tina Cousins y Kate Ryan les rindió pleitesía.