Eutanasia
La verdad, me extraña que todavía existan personas que se opongan a esta práctica que lo único que persigue es evitar el sufrimiento a nuestros semejantes. Imagino que hace falta una gran empatía para poder asimilar y admitir el hecho de que dejar morir a alguien es lo mejor que nos queda por hacer por él. Comprendo los matices de procedimiento, pero poco más…
Pese a mi progresismo, el aborto es un asunto que despierta todos mis recelos (ya he publicado numerosos artículos al respecto, y algún día lo abordaré en el blog), porque entiendo que el feto, al fin y al cabo un ser humano en gestación, se encuentra indefenso. Y al igual que un niño es apartado de sus padres si éstos no lo protegen o cuidan adecuadamente, creo que la sociedad debe velar por un embrión que tiene la posibilidad de llegar a ser, a existir.
En el caso de la eutanasia hablamos de que la persona decide acerca de su propia vida. Y no sólo me parece un derecho fundamental el decidir sobre qué hacer con la existencia de uno mismo, sino que pienso que es una aberración que otros traten de imponer su postura a los demás, criminalizando a los que no tienen el mismo parecer.
Pero no sólo esto a favor de la eutanasia pasiva (no prolongar la vida más allá de lo necesario y dejar morir sin dolor a la persona), sino que también apoyo la eutanasia activa (ayudar a morir a aquél que no puede acabar con su vida con sus propios medios). Espero y deseo que pronto se legisle al respecto, y que al fin los seres humanos nos comportemos de manera tan piadosa entre nosotros mismos como lo hacemos con los animales cuando sufren irremediablemente (como ya apuntó el bueno de Asimov).
Dejo la portada de un libro extraordinario acerca de la denominada «autoliberación» (una serie de loables pero lamentables sistemas de suicidio asistido o autoinfligido a los que hay que recurrir a falta de hospitales en los que poder encontrar una ayuda en condiciones) y un fragmento de la maravillosa y muy recomendable película «Million Dollar Baby» del genio Eastwood.